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Obsolescencia percibida/ Obsolescencia programada


"Se ha calculado que el 80% de los productos y materiales que pasan por las manos de un consumidor se convierten en basura a las seis semanas. Resulta desalentador pero el mundo no es así. Lo hacemos así. ¿Qué os parece si empezamos a diseñarlo de otra forma?... El espíritu de resistencia de los consumidores hacia la obsolescencia programada, la estrategia comercial de reducir deliberadamente la vida de un producto para incrementar su consumo, está creciendo. Y a esa tendencia opositora se suman ahora las propias empresas. Frente a los muchos fabricantes que diseñan productos o servicios de tal modo que, tras un periodo de tiempo calculado de antemano, se vuelven obsoletos o inservibles consiguiendo el incremento de las ventas y la aceleración del consumo, hay otros tantos dispuestos a abandonar esas prácticas. Un ejemplo muy conocido en Euskadi es el deKoopera, un proyecto dedicado a la reutilización de aparatos eléctricos y electrodomésticos. Esta organización y el resto de las que rechazan la elaboración de productos diseñados para morir rápidamente, podrán ser distinguidas con un sello que certifique ese buen hacer. Se trata del sello ISOPP, innovación Sostenible sin obsolescencia programada, al que puede aspirar cualquier organización que cumpla un decálogo de buenas prácticas. Entre ellas destacan que los productos sean reparables por un coste menor al de comprar uno nuevo o que la garantía del producto sea superior a los dos años obligatorios por ley. Lo novedoso de este sello es que se otorga además de manera gratuita. La iniciativa se ha puesto en marcha por Fundación Feniss, que nace con el objetivo difundir qué es la obsolescencia programada y cómo afecta al conjunto de la sociedad en su día a día y en el entorno. El impulsor de esta corporación es Benito Muros, un ingeniero conocido por su bombilla diseñada para durar 90 años. Salió malparado con su invento porque la industria se reveló contra él pero lejos de rendirse Muros emprendió su particular batalla contra la llamada obsolescencia programada que ha cristalizado en la Fundación Feniss. Desde ella, además del incentivo del sello certificador, darán apoyo a emprendedores y empresarios fabricantes de productos de larga duración, sin fecha de caducidad programada. “Ya tenemos más de 100 proyectos que aspiran a recibir nuestras ayudas. Son de diversa naturaleza, desde aquellos enfocados al ahorro energético como máquinas de uso sanitario destinadas a reducir la psoriasis”. Las elegidas mediante concurso recibirán una aportación económica a determinar por los patrocinadores de la fundación Feniss, y que servirá para contribuir al desarrollo y lanzamiento del proyecto galardonado.

De forma paralela la fundación tiene contacto con los partidos políticos con el propósito de que incluyan medidas contra la obsolescencia programada en sus programas electorales. Hace un año, países como Francia aprobaron, dentro de la llamada Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen el fin de la vida útil de sus productos. La norma está pendiente de ser ratificada. En Alemania, el partido de Los Verdes presentó un estudio y propuso algunas soluciones, mientras en Bélgica se adoptaba una resolución al respecto en el Senado. OBSOLESCENCIA PERCIBIDA: En muchas ocasiones, con ayuda del marketing y la publicidad sustituimos algunos objetos por otros, no porque ya no funcionen, sino porque han pasado de moda. En 1954 el diseñador industrial Clifford Brooks Stevens habló por primera vez de la obsolescencia percibida. La definió como “el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario”.En este video que parodia a la marca Apple, refleja como la obsolescencia percibida nos impulsa a comprar nuevos productos y a deshacernos de aquellos que aún están en buen estado.

Todos los años las principales empresas de tecnología, imitando a la industria de la moda, sacan nuevos modelos de sus aparatos electrónicos, con algún añadido que aparentemente los hace más novedoso. Las funcionalidades en muchos casos son las mismas o muy parecidas. Lo único que realmente parece importante es la apariencia de “diferente y novedoso”.

En definitiva, se trata de manipular al consumidor para que se sienta valorado socialmente por contar con lo último en tecnología y realmente lo consiguen ya que han conseguido generar en el usuario esa necesidad de “lo nuevo” más allá del valor real del producto. EL DOCUMENTAL CLAVE PARA ENTENDERLO “Comprar, tirar, comprar”; un documental que nos revela el secreto: obsolescencia programada, el motor de la economía moderna. Rodado en España, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, este documental hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, “un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”.

¿Comprarías un móvil si supiera que está programado para dejar de funcionar tras 200 horas de uso? ¿Y una bombilla que se va a fundir tras 500 horas de utilización? La pregunta no debería ser si lo harías, sino si al menos, sabemos que ya lo estamos haciendo.Gran parte de los productos que compramos en la actualidad están hechos para que dejen de funcionar pasado un determinando tiempo. De esta forma, sus fabricantes obligan al consumidor a comprar un producto nuevo, incrementando sus ingresos y, por tanto, sus beneficios.Esa programación del fin de la vida útil de un producto se denomina obsolescencia programada o planificada y no solo perjudica a nuestro bolsillo sino que pone en peligro la sostenibilidad del planeta al suponer un derroche constante de recursos. (...) Para leer el artículo desde el enlace directo, pinchad aquí.


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