De cómo te paseo
- Patty Lamond
- 6 feb 2016
- 2 Min. de lectura

No sé si te alejas de a poco o te acercas aprisa, pero me gusta observar con los años que te disfruto de maneras distintas. Nos vivimos de la mano como única elección para existir, y a pesar de lo que pensamos, tú sólo aprietas cuando nosotros lo ordenamos. Te viví en algunas situaciones tan íntimas que he llegado incluso a pensar que te tenía, y otras miles fueron tan fugaces que perdí conversaciones, personas y lugares, al repetirme incansablemente que no disponía de uno solo de tus segundos. Sin embargo, lo bueno de poseerte y no, es la parte en la que te valoro y te aprendo, y también la parte en la que te extraño. Incansable, has estado a mi lado cada día, y no te odio ni te aplaudo, solo te acepto y te amarro, tanto, que seguiré creciendo contigo, hasta que a ninguno de los dos nos queden suspiros. Me pregunto cómo se vive la vida desde tu lado. Cómo debe de vivirse uno cuando se es eterno. Porque parece que no estás, pero nadie es inmune a tu presencia. Acaso tú, como pasando desapercibido te entregas a tu suerte, así de desnudo, de pesado o de ligero, aunque algunos todavía creen que tienes un precio, y tratan de comprarte en cajitas, o en esferas con minuteros. Con respecto a mí, cumplo con puntualidad biológica lo que se me pide, tal y como quedó anotado el uno de octubre de mil novecientos ochenta y cuatro. Por lo demás, no voy a correr más que tú, aunque me asuste la idea de tu marcada presencia en determinados momentos. Voy a dejarme sentir lo que siento sin perderte de vista, y aunque no puedo hacer nada para que dejes de escurrirte entre los dedos, puedo pararme a sentir tus granitos en la piel, eso sí que puedo hacerlo. Ojalá dejemos de echarte la culpa, porque nosotros dependemos de ti y no al contrario, y aunque enfrentarse a ti y trasformarte no es fácil, no hacerlo puede ser mortal. Hay que saber llevarte, como se lleva la piel, la esperanza, o el ombligo. Y disfrutar tu sutil paseo, como el perfume, la ironía, o el silencio. Pese a todo, y mientras siempre dure lo que dura siempre, seguro que nos estamos encontrando durante el viaje, ya sea en Bogotá, en el coraje, o en la arruga.
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