La Emoción Viajada
- Patty Lamond
- 24 abr 2017
- 3 Min. de lectura

La Emoción Viajada es esa cosa minúscula de tamaño incalculable que te acompaña siempre, cuando desayunas, cuando descansas, cuando vas a visitar a tu tío/a, cuando decides no saludar a tu vecino/a, cuando haces una sobremesa de esas que juntan la tarde con la noche, cuando le decimos a la gente cómo debe de sentirse, cuando compras el pan del día pero cualquiera lo diría, o cuando te mudas, de piel o de casa. En realidad, no hay momento en el que no te acompañe; de hecho nacemos con ella, crecemos junto a ella y evolucionamos tanto juntos que a veces se puede hacer difícil la distinción entre ambos. Normalmente estamos tan unidos que sentimos que somos uno. Del tamaño de una célula*, habita generalmente en el corazón, y tiene la importante función de crear los impulsos eléctricos que mandan sangre e información viva a todo nuestro cuerpo, tanto a la parte consciente como a la parte inconsciente. Vive en el corazón porque vuelve a pasar una y otra vez por ese lugar, desde el recuerdo, que es la base de su composición, con la particularidad de que tiene la capacidad de crear información nueva, conforme vamos experimentando y viviendo. No es extraño encontrarla de tamaño mayor en otras partes del cuerpo, en forma de neurona, como en el estómago (nuestro segundo cerebro con aproximadamente 100 millones de neuronas), o en el sistema nervioso con toda la información que ya empieza a ser grabada a partir del 5º mes de gestación, a través los estímulos que estamos recibiendo en el vientre de nuestra mamá. La emoción viajada es la mínima expresión de toda esa información genética que recibimos al nacer y que puede ser investigada y transformada desde la aceptación y la conciencia de su existencia. Toda esa información nos hace comprender quiénes somos, y por qué somos como somos, cuáles son los mecanismos desde el intelecto o la emoción que hacen que repitamos una y otra vez las mismas cosas. Nos hace integrar un poco mejor todo aquello que más nos gusta de nosotros, así como aquello que menos. Lo bueno de esta emoción mínima de expresión máxima, es que podemos troquelarla como el barro, jugar con ella, y hasta montar un ring de lucha libre si fuese necesario, y si no nos sentimos seguros para ello, podemos pedir ayuda a otros que puedan guiarnos en esa reyerta; todo es válido, si nos es válido y a nosotros nos funciona. Desde el amor podemos agradecer porque esta Emoción Viajada exista con nosotros, mientras nos enfrentamos a barreras o a resistencias, y/o dejamos ir cosas que no nos agradan. La Emoción Viajada me hace comprender mis raíces, y me sirve de sustento para hacer crecer mis propias ramas. Una vez que nos permitimos trabajar desde lo que somos de modo auténtico, desde la esencia y ausencia de presiones sociales, familiares, ausencia de aquello que los demás esperan de nosotros, -aunque muchas veces venga desde el amor-, de aquello que nos exigimos por conveniencias sociales, o creencias culturales… cuando comprendemos y enfrentamos esas capas (auto)impuestas, algo empieza a cambiar dentro de nosotros. Poco a poco y muchas veces sin poder ponerle palabras, sentimos que estamos más conectados con nosotros mismos, y en este novedoso respirar nos sentimos algo más seguros, nuestra postura corporal es distinta, nuestro modo de respirar, y nuestro modo de relacionarnos con el mundo. Eso es porque estamos trasmutando de la Emoción Viajada a la Emoción Creadora. Nos empoderamos, nos creamos, nos habitamos. Sin negar nuestro origen, escogemos las raíces de las que queremos seguir nutriéndonos y desde el agradecimiento de Ser, sin impuestos sociales, culturales o familiares, creamos lo que realmente somos. Decidimos deshabitar la casa en la que hemos vivido la mayor parte del tiempo, y nos llevamos el cuadro que pintó la abuela, el suelo del salón, o la chimenea del comedor, porque esos cimientos son importantes para nosotros y nos dan lo que necesitamos para construir desde lo sano; nos despedimos de lo demás, y seguimos adelante construyendo nuestro propio espacio. - Yo me empodero, yo me creo, yo me habito -
El intelecto, puede aportar, y aporta, cierto sentido a nuestro camino, podemos sentir que hacemos lo correcto; la emoción, podrá enmarcarse dentro de lo correcto o no, pero responderá siempre a lo auténtico y verdadero. * Tamaño y ubicación corporal que personalmente otorgo a La Emoción Viajada, concepto que creo para la divulgación y el entendimiento de la memoria familiar y los códigos genéticos heredados. Éstos, como comentaba, pueden ser perfectamente modificables, y habitan principalmente en el inconsciente. La Emoción Viajada, es representada metafóricamente en el corazón, estómago, y/o sistema nervioso, teniendo éstos, funciones de creación, impulso, y salvaguarda de información.
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